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23 abril 2015 4 23 /04 /abril /2015 00:28

Por estos días que la euforia colectiva está en cada esquina y que gran parte del país llora por primera vez (que yo recuerde) en cada esquina a sus soldados caídos en combate, me pregunto por lo manipulable que son las emociones populares.

Que los políticos saquen provecho del dolor y manoseen algo tan íntimo como es el duelo ajeno, no me extraña. Pero que sean los mismos campesinos, (quienes seguirán aportando los muertos en el marco de este conflicto), los que inviten a manosear su duelo, eso sí me sorprende ¿Cuántos padres no enterraron a sus hijos caídos en combate solos, durante el gobierno del presidente anterior?

Descubrieron el agua tibia. Descubrieron ahora que llevamos más de 50 años en conflicto interno armado y que en un escenario como éste, mueren soldados y rebeldes. Parece que éstos fueran los primeros soldados que mueren en el marco de nuestro conflicto.

Antes no hacían tanto show. Sucede que ahora, dada la coyuntura política, estos duelen más que todos los que han muerto antes. La guerrilla se tomó la base militar de Las Delicias en 1996, con un saldo de 27 miliares muertos y 16 heridos. En 1997 ese mismo grupo guerrillero arremetió contra la base militar de Cerro Patascoy, 10 soldados murieron. En diciembre de 1999, la guerrilla de las Farc se tomó Juradó, y luego de más de 15 horas de combate, hubo 23 militares muerto, también un policía y 33 heridos. Y eso sólo por mencionar algunos

Pero para esas ocasiones, el país no salió a rasgarse las vestiduras y llorar a sus héroes en cada esquina. Esos no eran importantes. Cayeron con Uribe presidente, cayeron con Pastrana, cayeron con Samper, cayeron con Gaviria, en fin, vienen cayendo hace más de 50 años. Pero esos no agitaban tantas pasiones. El dolor de esas madres no era dolor. Y no digo que no duela, ni que debamos acostumbrarnos. Lo que sí salta a la vista, es la necesidad de acabar con el conflicto.

Sin restar la atención que se merece cada soldado que cae por defender la institucionalidad y la soberanía nacional, sin subestimar el dolor de las madres y familiares y sin negar la indignación que el hecho causa y el reproche que se merece, creo que un sector de la sociedad se exacerbó sobre medida haciendo un show colectivo y sobre dimensionado, que a mi parecer hasta ofende el sufrimiento de quienes detestamos esta guerra que parece interminable y hemos puesto también nuestros muertos.

Sin la más mínima intención de justificar estos hechos, sin aceptar resignación de ningún tipo frente a ellos y la situación de conflicto interno en la que vivimos, hay eventos propios del conflicto que no sólo los colombianos hemos padecidos, como a veces se quisiera mostrar.

En un país con conflicto interno, los soldados y los batallones son objetivo militar per se. Desafortunadamente, son los hijos de los más pobres quienes van en la primera línea de combate. No son los hijos de los generales ni de los políticos. Y eso de que el servicio militar es obligatorio, es pura habladuría. O si no, pregúntenle a un general de la república ¿Dónde están sus hijos en edad de prestar el servicio militar? Basta ya de tanta tan hipócritas y de prestarnos para ese juego.

Hoy lloramos estos 11 militares. Muy triste, sin duda. Pero si la guerra sigue, mañana lloraremos otros 10, 20, 30, en fin. Suena duro, pero es la realidad. Y por lo demás ¿Saben ustedes cuánto tiempo le tomó a Guatemala realizar un proceso de paz? ¿Saben cuánto tiempo le tomó a Irlanda, o a Angola? Una guerra de más de 50 años no se acaba de la noche a la mañana con un chasquear de dedos y menos cuando se ha decidido negociar sin el cese de hostilidades.

Ningún grupo guerrillero en el mundo entrega sus armas para luego sentarse a negociar ¿Qué se negocia cuando ya se ha rendido? Sin embargo, en el país seguimos pensando que somos el primero y único país que ha tenido grupos insurgentes y que esto de los procesos de paz es algo que aquí nos estamos inventando. Como si fuera la primera negociación de este tipo del mundo, sin tener en cuenta las experiencias de otras latitudes.

Amén

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1 octubre 2014 3 01 /10 /octubre /2014 18:07

Por siglos se pensó que la riqueza de los océanos del mundo era inagotable y el hombre comenzó a extraer indiscriminadamente estos recursos para satisfacer sus gustos y necesidades. Sin embargo, con el correr del tiempo, la sobre pesca de especies y algunas prácticas irresponsables, han demostrado que estos recursos se están agotando.

El concepto de pesca sostenible, deriva de las prácticas responsables y de las artes de pesca que hacen lo posible por causar impactos menores en los ecosistemas marinos. Actos tan sencillos como respetar las vedas, las tallas de peces y las zonas protegidas, son sólo algunas medidas que pueden hacer una realidad este concepto.

Hoy, la cantidad de peces en tallas aptas para ser pescados y puestos en el marcado para satisfacer la demanda mundial, ha disminuido en un 90%. Entre tanto, anualmente se devuelven siete millones de toneladas de peces sin vidas al mar, producto de la pesca industrial a gran escala, que no es selectiva en sus formas de captura.

Sin embargo, aún es posible frenar este problema medioambiental que pone en peligro la vida en los mares y la subsistencia del hombre mismo. Si las flotas pesqueras del mundo redujeran sus tamaños, así como las dimensiones de sus redes, la situación mejoraría. Igualmente, si tanto la industria pesquera como los consumidores exigieran tallas de peces entre la media de madurez (59,3 cm) y la media de captura (68,7cm), lo cual garantiza que los especímenes alcancen a reproducirse. De lo contrario, se estima que para el 2050 no habrá recursos pesqueros en abundancia.

En Colombia y el mundo, algunas formas de captura de peces como la pesca de arrastre, las redes de cerco y las redes de enmalle, ponen en peligro la sostenibilidad pesquera, ya que estas prácticas capturan especies a las que no va dirigida la pesca, no son selectivas en las tallas y algunas, como las redes de enmalle, corren el riesgo de perderse en el mar y seguir enredando especies por tiempo indefinido.

En el caso de las redes de arrastre, pesca que va dirigida a la captura de camarones, se extraen 14 kilos de pescados por cada uno de camarones. Estas especies, en la mayoría de los casos, son devueltas sin vida al mar porque no son consumibles ni comercializables. Otras prácticas como la red de cerco, que va dirigida a la caza de atún, ponen en peligro a manadas de delfines.

En Colombia para hacer frente a la caza de especies cuya forma de pesca no va dirigida a su captura, el Ministerio del Medio Ambiente ordenó desde 2008, el uso de un dispositivo excluidor de tortugas en las redes de arrastre para salvaguardar esta especie. Sin embargo, medidas como estas se quedan cortas a la hora de proteger los recursos pesqueros en el país. En Colombia no hay veda para las redes de cerco desde 2010, no hay cuotas de pesca fijadas para la captura de atún y tampoco hay una legislación que regule oficialmente la pesca de mar. Tal es el descuido, que un país con 1.300 kilómetros de costa sobre el Océano Pacífico y 1.600 sobre el Mar Caribe, sólo cuenta con una Zona Exclusiva de Pesca Artesanal, comprendida entre Bahía Solano y Punta Ardita, en el Chocó.

Una alternativa responsable

La línea de mano es el arte de pesca más amigable con el medio ambiente y el que mejor puede seleccionar las tallas y especies antes de capturarlos y ponerlo en el mercado. Esta forma de pesca, que no afecta los arrecifes coralinos, si bien es de una producción baja y controlada, se constituye en una alternativa frente al creciente problema de sobre explotación de los mares.

Iniciativas promovidas por la ONG Mar Viva y la cadena de restaurantes Wok, le están apostando a la comercialización de producciones pesqueras obtenidas causando el menor impacto ambiental posible, garantizando calidad y frescura al tiempo que promueven la pesca selectiva de especies, en la Costa Pacífica.

Desde 2009 estas dos organizaciones promueves la producción de línea de mano y apoyan a la Red de Frío conformada por 60 familias de Bahía Solano, Chocó, con el propósito de crear una oferta diferente y ofrecer productos marinos obtenidos de una forma amigable con el medio ambiente.

La idea es hacer de este arte de pesca responsable una opción sostenible con la garantía de frutos marinos obtenidos de forma legal, respetando las tallas, las espacies y las zonas protegidas, sin poner en peligro la biodiversidad marina de nuestro país.

En el caso de la cadena de restaurantes Wok, hace cuatro años también excluyó de su menú a especies como el mero, un pez que se encuentra en vía de extinción y que actualmente figura como el único depredador conocido para el pez león, especie foránea que amenaza la variedad de peces en nuestros océanos así como la existencia de los arrecifes coralinos.

Pero el mero no es la única especie de peces apetecidos por los consumidores de pescado nacionales que se encuentra en peligro de desaparecer. Según la Fundación Mar Viva, variedades como la raya, el marlín, los tiburones y el pez vela, se encuentran en alto riesgo, junto a otros como el pez espada, que corre un riesgo medio.

 

Así pues, cada vez que usted se acerque a un supermercado o se encuentre frente a la posibilidad de consumir recursos pesqueros, pregúntese sí el pescado que va a degustar fue capturado de forma que promueva la pesca sostenible, que garantice la continuidad de los ecosistemas marinos, y tenga en cuenta que no se trate de especies amenazadas o de ejemplares que no alcanzaron a dejar cría, ya que en el país no existe ninguna certificación que lo garantice.

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11 abril 2013 4 11 /04 /abril /2013 22:44

salinas.jpg

De los altísimos pilones de sal marina, blanca y de diferentes tonalidades, que se elevaban en las orillas de las playas de Manaure, no queda sino el recuerdo. Con nostalgia sus pobladores hablan de ese pasado glorioso que le dio vida y dinamismo a todo un pueblo y puso sabor en las mesas colombianas.

El orgullo de Manaure  ha caído en ruinas, el declive sobrevino por las malas administraciones de la empresa Sama que dirigía la explotación salina y se combina con el sin sabor y la tristeza de las comunidades que explotaban el preciado mineral blanco, producto del agua condensada por los soles eternos de esta península árida y de pocas precipitaciones que es La Guajira.

Ya el orgullo de Manaure, sus altísimos pilones de sal blanca en las orillas del puerto carguero, o de las mismas salinas, no ondea con altivez desde la distancia. Ya los turistas no se agolpan asombrados para apreciar el brillo del mineral y ser testigos de la extracción. Ya los habitantes de Manaure no se refieren al mineral como la fuente que da sabor y sentido a sus vidas.

La extensa zona de fosas cuadradas y rectangulares de dimensiones abrumadoras, hoy son un campo desolado que hace honores al abandono y  a la nostalgia. Las charcas a medio llenar y la cantidad de perforaciones vacías en la tierra, dan cuenta de un pasado glorioso y de una abundancia que bien se puede calificar como flor de un día. Los campos saleros de Manaure hoy son campos de desolación donde han ido a parar todo tipo de residuos y desperdicios que la misma población hace llegar hasta ellos.

Los grupos dinámicos de wayúus y arijunas trabajando con entrega, paciencia y conocimiento, en las salinas son cosas del pasado. Apenas si se cuenta a unos pocos indígenas arañando  la única mina que queda en explotación, con una capa de sal que no supera los 60 centímetros, luego de que en tiempos pasados la costra de sal formada por la evaporación del agua marina alcanzara hasta los 100 centímetros.

La sensación de abandono en las salinas es tal, que las grandes mangueras que un día sirvieron para llenar una a una las charcas conectadas por canales internos, hoy son parte de la gran variedad de basura que abunda en el lugar.  Los puentes que permitieron una y otra vez el flujo constante de la producción salera yacen  deteriorados y hasta en el suelo, luego de que el hierro que los sostenía cediera ante la corrosión de la sal misma que un día dio vida a todo un pueblo.

Las salinas ya no son un atractivo turístico. En los dedos de la mano se cuentan los visitantes que llegan a presenciar las ruinas de un emporio salero  y los habitante de Manaure ya no se jactan de los montículos que hoy no superan  los 10 metros. Lo que sí es aún constante entre los pocos trabajadores y el pueblo en general, es una añoranza perenne sobre lo que fue y ya no es.

Si bien en Manaure todo tiene sal, hasta el agua de uso cotidiano, esta misma sal parase haberse devuelto sobre  la basta extensión de minas productoras, sobre la administración de la compañía comercializadora del producto y sobre la esperanza de quienes vieron elevarse día a día las montañas blancas y brillantes del mineral símbolo de progreso y fuente de trabajo.

No obstante, mientras haya un gramo de sal en las minas  de esta población, salera por tradición, los artesanos seguirán arando el suelo para desprenderlo, haciendo uso de su conocimiento y aplacando así su nostalgia. Entretanto, el sol eterno de La Guajira seguirá convirtiendo en sal cada gota de agua de mar que, por voluntad humana o por azar, caiga en alguna de estas fosas abandonadas, restos de un pasado que dio prosperidad y llevó visitantes sin número que llegaban a Manaure atraídos por la miel de su sal. 

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19 julio 2012 4 19 /07 /julio /2012 17:19

A propósito de la humillación pública a la que fue sometido el Ejército Nacional en el Cauca, bien vale la pena preguntarse si el abandono histórico del Estado a las comunidades indígenas del Cauca también no es una humillación.

 

Es muy fácil tomar partido desde lo visto en una nota de televisión editada. Bien reza el adagio popular, que “nadie sabe día sufrido, si no cuando lo ha vivido”. Al país le dolieron las lágrimas de los soldados expulsados a la fuerza dentro del propio territorio nacional. Pero la indignación obedece más a la exaltación provocada por los medios que a un sentimiento espontáneo.

 

Las ofensas, los vituperios vilipendios y ultrajes (por que no se pueden negar que los hubo) que soportaron los militares, los vimos en directo y supimos de ellos en tiempo real, pero el sufrimiento diario de los indignas, ese no se ve en directo.

 

Claro que duele la patria al ver humillado a los garantes de la soberanía nacional, claro que duele el hijo, el hermano, el amigo, el pariente, el coterráneo que se ve sometido mientras cumple órdenes. Claro que duelen sus lágrimas y tocan el corazón. Pero si viéramos en directo las lágrimas de una madre indígena con su hijo asesinado por la guerrilla, porque el Estado no estuvo ahí para protegerlos, seguro nos dolerían tanto como las de los soldados.

 

Ahora, acusar a toda una comunidad de guerrillera porque se hastió de estar en medio de la confrontación, es tan humillante como el acoso en el que han vivido. Que los indígenas se excedieron, sí; que el Estado los ha abandonado, sí; que hay que negociar, sí; que la guerrillea los ha utilizado, sí; que se cansaron de estar entre el fuego cruzado, sí; que el problema no es coyuntural, también.

 

Sé que no tengo autoridad de ningún tipo para juzgar a unos y a otros, pero de lo que si estoy seguro, es de que hay que buscarle una salida razonable a la difícil situación de orden público que vive el Cauca y que ya se ha vuelto permanente.

 

Celebro la actitud de los soldados que no disparan las armas del Estado contra sus protegidos, porque a diferencia de lo que piensan muchos, no hay una equivalencia de fuerzas, no es lo mismo fisil contra garrote. No, no es lo mismo.

 

Que el Ejército Nacional es legítimo y le corresponde garantizar la soberanía nacional por mandato constitucional, claro, pero que a las comunidades indígenas se les otorgó una autonomía en sus territorios y resguardos, también es legítimo. Ahora, ¿cuál está por encima de cuál? No debería ser discusión ni provocar un pulso de poderes entre el Estado mismo. Sin embargo, tampoco se debe desconocer que ni Toribío ni los otros municipios del norte del Cauca son en su totalidad resguardos indígenas.

 

Pero habría que ser indígenas para comprender en todas sus dimensiones el concepto de autoridad indígena que ellos manejan y habría que estar del otro lado para entender el concepto del Estado soberano. Unos y otros son tan válidos, pero habría que estar de tal o cual lado para comprender sus dimensiones y no confundir la autonomía con la soberanía.

 

Que en Colombia los niños de las comunidades indígenas mueran de pura y física hambre y que estás sean enviadas a las grandes ciudades a mendigar en estado de indigencia, porque los armados ilegales han ocupado sus territorios y los garantes de la seguridad nacional no supieron protegerlos, es tan humillante como la agresión a las fuerzas del orden nacional.

 

Yo no me atrevo a calificar cuál humillación es peor, sin embargo, no desconozco que ha habido excesos de parte y parte. Exceso por actuación y exceso por omisión, Que en ocasiones el Estado no ha hecho la presencia que le corresponde, más allá de la bota militar. Pero, vaya coincidencia (y no es sarcasmo), justo ahora cuando las comunidades del Cauca se cansaron de ser atropelladas por unos y otros, el Estado estaba dispuesto a defenderlos.

 

Amén

 

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30 mayo 2011 1 30 /05 /mayo /2011 23:20

Un Homenaje a la grandeza afro

Desde hace ya una década, año tras año, la comunidad negra de Bogotá se ha convocadoCANTAORES para rendir homenaje durante una semana completa a la cultura afrodescendiente del país y conmemorar la abolición de la esclavitud en Colombia todos los 21 de mayo. En 2011 se conmemoran 160 años de merecida libertad, justo cuando la Unesco ha proclamado éste como el año internacional de la afrodescendencia.

Acudiendo a este periódico llamado que congrega no sólo a la población negra residente en Bogotá, el pasado 22 de mayo, un nutrido grupo de afrocolombianos, acompañado también por otros muchos connacionales, se dio cita en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán de Bogotá, para homenajear su cultura, reencontrarse en sus raíces y entregar el premio Benkos Biohó, que reconoce a los incansables luchadores que defienden a capa y espada a su negramenta y su negrura.

La respuesta de la comunidad afrodescendiente residente en Bogotá fue tal, que una interminable fila para ingresar en el recinto daba cuenta de que muy pocos estaban dispuestos a perderse tan magno evento, donde el derroche de alegría, la música, la danza y el goce, serían los protagonistas.

A las tres y media de una soleada tarde de domingo, como pocas se ven ya en el altiplano, el Teatro Jorge Eliécer Gaitán cerró sus puertas, para permitir la entrega total a un evento que prometía ser una remembranza de la herencia africana esparcida por todo el territorio colombiano y asentada de forma evidente y dominante en los litorales y riveras del norte y occidente de este territorio tropical, donde las condiciones climáticas son muy parecidas a esa madre tierra que murieron evocando nuestros antepasados.

El inicio oficial se dio con la aparición frente al atril de Adiela Dagua Aponzá y la actriz Bárbara Perera, presentadoras del evento, quienes ofrecieron un saludo general y agradecieron el apoyo del Distrito Capital para la realización del emotivo homenaje a la grandeza afrocolombiana. Las palabras de la directora del Instituto Distrital de la Participación y Acción Comunal, Idpac, Olga Beatriz Gutiérrez Tobar, se dirigieron a reconocer que en el país y en Bogotá sí hay racismo y a manifestar su voluntad para luchar contra esta vergonzosa conducta.

 Benkos Bihó, el gran ekobio

Luego de los actos protocolarios, se dio inicio a la entrega de los premios Benkos Bihó. Esta vez la estatuilla del gran ekobio, fundador de palenques, padre de la libertad de los afrocolombianos y quien dio la vida por romper las cadenas que oprimían a su sangre y a su raza, le fue entregada a un grupo de 11 líderes que como nuestros antepasados, han visto en la exclusión una oportunidad para trabajar por los suyos.

En medio una tempestad de aplausos y la emotividad de más de dosmil espectadores dispuestos a dignificar y reconciliarse con los valores propios de la cultura negra en Colombia, comenzaron a ser proclamados los galardonados con el premio que reconoce el valor, el compromiso y los logros de quienes han dedicado, en algunos casos, toda una vida para luchar por una raza que ha sobrevivido gracias a su creatividad, constancia y temple.

El primero en ser nombrado fue Juan de Dios Mosquera, director del Movimiento Cimarrón. Le siguieron Claudia Mosquera, docente e investigadora de la Universidad Nacional, Teodoro Rodríguez, médico y líder consultivo distrital; Wilbor Mosquera, docente y actual director local de educación de Usme; la Red de Maestras y Maestros Afrocolombianos, Tras los Hilos de Anase; Estela Escobar, docente e investigadora en el campo de la etnoeducación; el Restaurante Secretos del Mar, por ser punto de referencia de los afrocolombioanosresidentes en Bogotá; Sofía Rivas, fundadora de la Casa de Igualdad de Oportunidades de Bosa; el Colectivo de Estudiantes Universuitarios Afrocolombianos, Ceuna; la agrupación musical Choquibtown, por rescatar con nuevos sonidos la música del Pacífico colombiano, y se rindió un homenaje póstumo a Amir Smith Córdoba, sociólogo, periodista y pionero de la lucha por los derechos civiles y políticos de las comunidades negras en Colombia.

Posteriormente, se rindió un sentido homenaje a las víctimas de la esclavitud. Con actitud reverente la Fundación Colombia Negra entonó una salve, que despertó la sensibilidad de todos los asistentes, evocó la tierra de cada uno de los presentes y alivió las penas.

“Mafele kumbala osha”, a los maestros africanos

“Mamá Kalunga” es una voz africana referente a la matrona del trueno y la renovación de la naturaleza. Con esta invocación, pidiendo la protección de los dioses del Olimpo africano y con el tronar de los tambores que despertaron los cuerpos en reposo para dar vía libre al os movimientos, la Fundación Colombia Negra se robó los aplausos de un público que no ocultó ni un solo momento su emotividad.

Luego, entre el frenesí de tambores que invadió todo el recinto y a la sombra de la penumbra, que daba un toque mágico a la escena, el Bullerengue Sentao, con sus movimientos cadenciosos se abrió paso con planimetrías perfectas y sus pasos de iniciación femenina, frente a un mural multicolor que evocaba el origen del universo, según la mitología africana.

El movimiento sin control de los cuerpos sudorosos y endiablados llegó a su punto máximo con la aparición ante el público del grupo palenquero “Matuna”, que con pasos sensuales y atrevidos subió el tono del espectáculo, acompañado por un canto autóctono interpretado por voces guturales y en lengua propia. La magia y el movimiento inimitable de sus cuerpos de ébano brillante y músculos definidos, hicieron recordar a todos que el ritmo, la cadencia y el suwing, lo llevamos codificado en los genes, para transmitirlo a todas nuestras generaciones.

Con un derroche de talento, ese que nos viene por naturaleza, la organización Ormuafro, apareció en medio de una tempestad de ritmo ofrecida por los cueros sonoros de una variedad infinita de tambores. Con pasos eróticos y animalados, los cuerpos sin control rindieron honor uno de los mayores símbolos de nuestra cultura afro: su majestad el tambor.

Los suaves, alegres y melódicos sonidos del currulao, llegaron con la interpretación magistral que hizo  “Gualajo” de la marimba de chonta. Soberana, reina dueña y señora de los ritmos del Pacífico Sur.

Y como si la alegría y el goce no quisieran poner fin a ese momento de autoreconocimiento para una raza que ha estado aquí desde siempre construyendo patria y forjando el futuro, el grupo K-yo, de San Andrés, la cantante chocoana Zully Murillo y la agrupación Choquibtown, elevaron la temperatura de todos los asistentes al poner los a bailar con las más alegres expresiones de la música negra. Música que evoca el sentir más profundo de un pueblo que sobrevivió a la diáspora, conservando sus valores culturales guardándolos bajo su piel de ébano y en lo más recóndito de sus corazones.

 

 

 

 

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2 octubre 2010 6 02 /10 /octubre /2010 05:38

De ante mano, quiero dejar claro que no intento defender a nadie con este escrito. Sólo intento dar una mirada a las posturas que sobre uno y otro tema asume la Procuraduría General de la Nación.

Soy de los que no se sorprende con el fallo de esta entidad que destituye e inhabilita por 18 años para ejercer cargos público a la ahora ex senadora Piedad Córdoba. No porque el acerbo fuera evidente, sino por que de antemano se conocía la postura del jefe del Ministerio Público, Alejandro Ordóñez y se sabía que era una investigación que se adelantaba a partir del ya casi evidente fallo.

De igual manera, tampoco me sorprende que esta misma entidad salga ahora a pedirle a la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, que absuelva al ex congresista Mario Uribe, primo del ex presidente Álvaro Uribe.

Según el procurador, las pruebas que incriminan a Mario Uribe, no son suficientes para condenarlo, pero tampoco muestras las evidencias que lo sacan limpio de esta investigación. De esto ya se puede inferir que aún si la alta corte condena a Uribe, por sus hasta ahora presuntas relaciones con jefes paramilitares, el procurador es capaz de no destituirlo e inhabilitarlo, sin importar que haya una condena de por medio y si lo hace, estoy seguro que la inhabilidad no sería tan alta.

En el caso de Piedad Córdoba, (no digo que sea inocente), ya la Corte Suprema se pronunció al respecto y desistió de la investigación que adelantaba contra ella, por sus presuntas relaciones con las Farc. Es decir, el procurador le está enviando un “mensajito” a la corporación.

De todas maneras, una cosa es cierta. Mientras la responsabilidad penal de Piedad está por determinarse, la Procuraduría se adelanta y la destituye e inhabilita. Sin embargo, aunque la culpabilidad de Mario Uribe también está por esclarecerse, la entidad pide que lo absuelvan. Entonces, ¿no sería mejor que la Corte Suprema también aclare de una vez por todas, la situación penal de Córdoba en tal caso?

Más allá de estos dos casos específicos, uno puede mirar lo siguiente: la inhabilidad aplicada a Piedad bien puede considerarse exagerada, no porque de ser culpable no se la merezca, sino, porque a parapolíticos condenados penalmente, que están purgando sus penas en la cárcel, por relaciones con grupos paramilitares, comprobadas abiertamente por su juez natural, no se les ha aplicado una sanción disciplinaria tan alta. A estos “padres de la patria”, más temprano que tarde los veremos de nuevo en el escenario de la vida política nacional ocupando cargos públicos, como si nada. Es esa ya generalizada forma de aceptar que las barbaridades cometidas por los grupos guerrilleros, particularmente las Farc, y todo lo relacionado con ellos, son más graves que las cometidas por los paramilitares.

¿No será, entonces, que la actividad del procurador está dejando en evidencia su tendencia política y está demostrando para qué lo pusieron en tal cargo? No lo sé. De todas maneras, creo que hay que mirar con más detenimiento el proceder de nuestro juez disciplinario ¿y moral? Aquí algo no coincide.

 

 

Amén

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2 septiembre 2010 4 02 /09 /septiembre /2010 23:05

Con ley o sin ella, nos van a seguir negriando

Sé que hay muchos (negro e indígenas entre ellos) que niegan la existencia de la discriminación racial y nos señalan a quienes manifestamos haberla sentido alguna vez, de paranoicos y resentidos. Pero el racismo es una realidad, una realidad muy presente en todos los escenarios de la vida nacional.

 

Que se pretenda tipificar el racismo como delito es una muy buena intención, que se le abona a un Estado que históricamente ha sido mezquino con las minorías étnicas del país, pero no es suficiente para erradicar del imaginario colectivo  de la sociedad colombiana las prevenciones que hacia negros e indígenas sigue teniendo.

 

No sé si el hecho de promulgar una ley y automáticamente convertir en delincuente a gran parte de la sociedad colombiana, sea la forma correcta de enfrentar un problema que está bien marcado en la sociedad colombiana. Porque no nos digamos mentira, pero para gran parte de la sociedad,  los negros  y los indígenas seguimos siendo la base de una imaginaria pirámide social. O cuántos  de  ustedes le han dicho alguna vez a alguien  “mucho indio”, queriendo insultarlo.

 

Pero esta vez no voy a caer en la constante defensa de las minorías, porque quiero dedicarme de lleno a la ley que penaliza el racismo. Sin duda, el racismo no va a dejar de existir porque un  larguísimo articulado lo haga delito. Como la penalización de las drogas no erradica su consumo, ni  la prohibición de los prestamistas gota a gota alivia las necesidades de los demandantes y la avaricia de los usureros.

 

No va a ser la ley la que evite el delito en una sociedad en la que no se nos educa en el marco de la pluralidad real, que rompa con el frío discurso de la Colombia multicultural. No van a dejar de negriarnos porque un texto lo prohíba, no va a haber tal igualdad sin pedagogía.

 

No es suficiente una ley anti racismo (promovida, entre otras cosas, por un Gobierno que no incluyó negros en las esferas importantes del poder), cuando el pueblo colombiano en pleno no está mentalmente preparado ni lo suficiente mente educado para mirarnos obviando nuestra negrura. No es suficiente, cuando no se ha erradicado de la mente de nuestros conciudadanos el imaginario del "pobre indiecito”. No es suficiente la ley, cuando nuestra educación no ha podido dejar ver las capacidades humanas de cada quien, más allá de su raza o de sus orígenes.     

 

De todas maneras, delito o no, el niño que crece oyendo frases discriminatorias en el interior de su casa,  no va a llegar al colegio a acoger a los negro e indígenas sin prevenciones, sólo porque existe la ley anti racismo.

 

Hablando a muto propio, porque mi opinión no pretende tomar la vocería de  las minorías étnicas,  no es una ley castigadora lo que quiero. No quiero una ley que castigue a quien me descalifica y señala por mis características físicas (propias de una raza) y por la oscuridad de mi piel, pero no le ayuda interiorizar valores de aceptación y convivencia. No quiero la aceptación obligada en público y el rechazo interiorizado. No quiero más hipocresía.          

 

Más que dictar leyes, se hace necesario y urgente promover, desde el Estado mismo,  la aceptación y el reconocimiento del otro sin mirar su componente racial, pero de forma práctica y también dentro del funcionamiento estatal. De lo contrario, ¿para qué una ley que muchos ni siquiera van a conocer? ¿Para qué una ley de tan difícil cumplimiento sin educación? ¿Para qué una ley que no cambiará en nada la discriminación diaria de los buses, discotecas,  filas en entidades públicas y privadas y las relaciones cotidianas?¿Para qué una ley que no va a desterrar del  imaginario colectivo de las personas que negros e indígenas son inferiores. ¿Para qué? Cuando con ley o sin ella, nos van a seguir negriando.

 

 

Amén    

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15 abril 2010 4 15 /04 /abril /2010 04:50

El que tiene rabo de paja no se acerca a la candela. Pero este refrán parecen no conocerlo algunos candidatos presidenciales ni sus más fieles seguidores.

En una jornada de campañas políticas donde las propuestas claras y contundentes han brillado por su ausencia y los discursos giran en torno a un único tema, la seguridad, parece que la mejor arma para convencer al electorado es demeritar al adversario.

Ojalá los colombianos seamos más concienzudos a la hora de elegir a tal o cual candidato y no nos dejemos llevar por los sofismas distractores que disparan de una y otra campaña política.

Si nos hacemos a mirar detenidamente a cada uno de los candidatos presidenciales, tal vez sólo Mockus se salvaría de tener un “prontuario político”, pero aún así, todos se gastan el valioso tiempo de sus campañas en acusaciones y autodefensas.

No preocupados por la falta de propuestas concretas sobre temas como la pobreza, la eminente crisis del sistema de salud y el altísimo desempleo, entre otros, el ex ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias, madrugó a poner en tela de juicio las capacidades de Antanas Mockus para enfrentar a la guerrilla. Como quien dice, por algún lado hay que atacarlo. 

Por su parte, el candidato Rafael Pardo no sale de sus acusaciones a Juan Manuel Santos y éste, no para de relacionar a quienes no defiendan fielmente la Política de Seguridad Democrática, con la guerrilla. Así pues, la defensa común de todos los presidenciables, es repetir una y otra vez que sí continuarán con la Seguridad Democrática, como si fuera lo único que el país quiere oír.           

Pero como parece que los otros temas no importan, para el ex ministro Arias, cualquier propuesta que se aleje de este pilar es débil y  lo confirmó cuando aseguró que  "el desafío de las Farc no se enfrenta con mimos ni girasoles”, con la fina intención de  desprestigiar la propuesta del Partido Verde.  Es decir, asusta y vencerás.

 Así las cosas, si quienes acudiremos a las urnas nos creemos el discurso monotemático, cualquier buena propuesta educativa, económica, cultural, de consenso, o de cualquier otra índole, que se haga, estará perdida porque no prosperará  en medio de una batalla por parecerse al anterior mandatario, más que por ser un nuevo líder del pueblo colombiano, capaz de reorientar por mejor camino el destino de este país.

 

Amén                     

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3 marzo 2010 3 03 /03 /marzo /2010 05:25

Lo que mal comienza mal termina, y a quienes siempre confiamos en la defensa del Estado de Derecho por parte de la Corte Constitucional, no nos sorprendió su fallo sobre el tan a clamado referendo reeleccionista, que mantuvo en vilo la vida política nacional durante un largo periodo.

A pesar del alto positivismo que hasta poco antes del fallo mantuvieron los uribistas, gestores y promotores del referendo reeleccionista, la Corte Constitucional se los hundió. Y no ha debido sorprenderles, porque quienes saben de leyes, como fue el caso del congresista Germán Navas Talero, ya les habían anunciado que la iniciativa estaba viciada, citando leyes que marcan las reglas del juego político en la democracia nacional. Una y otra vez les dijo que habían incurrido en diferentes vicios, pero sus declaraciones fueron tomadas como una típica reacción de un opositor del Gobierno.

Pero los vicios que advirtió la Corte ya eran de dominio popular, sólo que se pensó que se podía ir más allá, teniendo en cuenta que se trataba de errores menores, como señaló el propio procurador general de la Nación, Alejandro Ordóñez,  quien aceptó que  había tales vicios, pero les restó importancia.

Yo no dudo que los colombianos que estamparon su firma para apoyar la iniciativa que reformaba una vez más con el mismo propósito la Constitución Nacional, lo hicieron de muy buna fe  para expresar que querían una segunda reelección , pero la culpa de que su participación no haya sido válida no es más que de los promotores del referendo y del mismo presidente, Álvaro Uribe, quienes se pasaron por la borda toda regla, quizá pensando que el fin justifica los medios y que las reglas establecidas eran letra muerta en el papel.

Y uno podría pensar que el uribismo sí tenía conocimiento de todo lo que hacía, porque, cómo se explica que amanera de justificación, el propio presidente Uribe, saliera a decir que “el Estado de Opinión es superior al Estado de Derecho”, válgame Dios. O esa constante reiteración, incluso un día antes del fallo, “que el pueblo decida”. Sí, que el pueblo decida, pero por la vía legal, siguiendo el orden establecido ¿O así no es como funcionan las democracias pues?

No obstante, si los errores de forma siguen siendo discutibles, los de fondo son aún más dicientes, o no les parece apenas sensato que se mantenga la separación de poderes y el equilibrio de los mismos. Así las cosas, no es evidente lo nocivo de tres períodos presidenciales seguidos, por buen gobernante que sea el presidente.

Así pues, una cosa es cierta, por lo menos con el fallo de la corte (aplaudido por unos y cuestionado por muchos), se acaba la encrucijada del alma. Por lo menos hoy ya por fin sabemos que Uribe no será candidato presidencial, luego de que nunca dijera claramente si quería o no ser re-reelegido, aunque el país entero sabía que sí. De todas maneras, si quería o no, ya da lo mismo si lo dice o lo deja para sus adentro.


Amén

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30 diciembre 2009 3 30 /12 /diciembre /2009 01:30

El secuestro y posterior asesinato del gobernador del Caquetá, Luis Francisco Cuéllar, por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc, es un campanazo de alerta para pensar que algo anda mal en la seguridad del país, que el discurso debe ser menos alienador y, lo más importante, para tener en cuenta que el lenguaje no cambia la realidad y que ésta siempre lo supera todo.

Digo esto porque tras el discurso de la Seguridad Democrática, que sirvió hasta para reelegir presidente, se han ocultado los focos de violencia que sigue habiendo en el país. Como todos compramos la idea del territorio seguro, nos confiamos y creímos que ahora sí estábamos en un país vivible. Nos creímos tanto todo esto, que bajamos la guardia y le restamos importancia a los testimonios de quienes en siete años de Seguridad Democrática nacional no la han conocido.

Uno no puede ser siego para desconocer que el país sí tuvo un gran avance en materia de seguridad, y que la política diseñada para recuperar el territorio nacional de manos de los grupos ilegales y mermar el vivo dominio de éstos en regiones específicas del país, se hizo notar en esta parte. Claro, más al principio que ahora.

Pero de cierto modo y particularmente en el último año, algo ha comenzado a andar mal. Si bien exageraría al señalar que los grupos guerrilleros y particularmente las Farc, siguen siendo tan fuertes como lo eran hasta bien entrado el 2002, no erro al afirmar que son un grupo que sigue vivito y que está tomando impulso. O al menos eso parece

Nuevamente hemos visto a las Farc intentando tomarse pueblos (particularmente en el Cauca), apareciendo en las carreteras y que mando buses en plena vía y, como si fuera poco, repitiendo operaciones que creíamos irrepetibles, como entrar en una residencia en zona céntrica de una capital departamental, burlar las autoridades y regímenes de control (en plena Seguridad Democrática) y secuestrar ciudadanos. También los vimos irrumpir nuevamente en un recinto legislativo (no tan grande como la Asamblea Departamental del Valle del Cauca) y llevarse a representantes de los colombianos, con los guardianes de la Seguridad Democrática rondando por los alrededores.

Entonces, aquí algo está fallando, nos confiamos mucho, nos quedamos con el discurso que ya nos habíamos creído y nos cogieron con los calzones abajo cuando decíamos tenerlos bien puestos. No es que quiera desconocer logros y denigrar de la Política de Seguridad Democrática, pero sí creo que hay que repensarla.

Pero no se puede olvidar que la Política de Seguridad Democrática fue concebida también para enfrentar las grandes organizaciones delincuenciales y a las bandas de grupos narcotraficantes. Pues ahí también algo anda mal.

En la Región del Pacífico, por ejemplo(sólo un pequeñísimo caso), reductos paramilitares, como hombres del Bloque Baudó, de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, que nunca se desmovilizaron, siguen siendo mercenarios del narcotráfico en esa zona y operan campantemente frente al miedo de una población que por el susto no denuncia.

Estos “nuevos paramilitares” operan particularmente desde los corregimientos de Cantil y Terrón, en el Bajo Baudó, Chocó. Y como si fuera poco, el fenómeno del sicariato llegó a poblaciones tan pequeñas como Bahía Solano, en el mismo departamento.

Entonces, ¿qué pasa con la seguridad? Ante esto uno se pregunta ¿dónde pueden esconderse unos sicarios luego de cometer un asesinato en un pueblo tan estrecho como Bahía Solano y que no lo sepan las autoridades? ¿Acaso la Seguridad Democrática no es nacional? ¿Qué está pasando entonces con esta política del Gobierno?



Amén

 

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